lunes, 20 de agosto de 2007

domingo, 19 de agosto de 2007

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BONANZA POR VÓMITO DE BALLENA

Una pareja australiana que recogió una extraña y grasienta masa de una playa tranquila, se ha ganado una fortuna con su singular descubrimiento.
Leon Wright y su esposa se llevaron a casa 14,75 kilogramos de ámbar gris, una sustancia que se encuentra en las tripas de las ballenas cachalotes y que, luego de ser vomitada por esos animales, se utiliza en la fabricación de perfumes. El ámbar gris es muy codiciado debido a su escasez y tiene un valor de hasta US$20 por gramo. El pedazo encontrado por la familia Wright en Australia podría llegar a valer US$295.000. Oro flotante.
Al principio, Wright y su esposa dejaron el inusual objeto en la playa donde lo habían encontrado. Sin embargo, dos semanas después la pareja regresó a la playa de Streaky Bay y se topó con el ámbar gris en el mismo lugar. Presa de la curiosidad, la señora Wright persuadió a su marido de llevarse el material a casa. Luego de realizar investigaciones en internet, no pudieron establecer la identidad de la misteriosa sustancia, por lo que la pareja recurrió a un biólogo marino local, Ken Jury. "Inmediatamente decidí que era ámbar gris, no podía ser nada más", dijo Jury a la radio australiana ABC.
De aroma cautivante, el ámbar gris ha sido llamado el oro flotante por científicos y buscadores de tesoros que sueñan con encontrar una fortuna flotando en las olas. Es un excremento natural, arrojado del abdomen de la ballena cachalote, a veces a cientos de kilómetros de la tierra. Inicialmente es un material maloliente que flota en el océano. Pero años de exposición al sol y al agua salada del océano lo transforman en una roca compacta y lisa que posee una textura similar a la cera, y un olor dulce y cautivante.

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Estoy quizás a punto de tener una muerte cinematográfica, un final de la historia. Aunque quede en suspenso ya se puede adivinar, ya se puede analizar, ya se puede. La libre interpretación termina siendo una sola o un torpe reflejo de las propias historias, una simple manera de poner en evidencia el analfabetismo emocional de quien observa.
Ruido de luz, chicharra, murmullo que repiquetea, frecuencia. Un aula apocalíptica, otra despedida, ya está.
¿Será cerrar un ciclo? ¿Será la milenaria sensación de ser insomne en tu ciudad, de ser hormiga que camina, que es paisaje, que textura?
La trascendencia de mi efímero a veces se me agolpa entre las manos sin dejarme sorprender.
Desconecta la cabeza, hace falso contacto el papel.